sábado, 26 de septiembre de 2009

La necesidad de mirar




" -Por qué la mataste?
-La necesitaba de una
forma, en la que viva,
nunca la iba a encontrar"



Estábamos hambrientos. Con nuestros ojos desorbitados, ávidos de calor, observábamos pasmados la luz que ingresaba por la ventana. Rugosa de superficie, exponía 5 delgadas sombras ineludibles.


El tiempo pasaba marcado por la caída de las gotas. Un desfile que se abría paso por nuestras cabezas, tumbo tras tumbo. A veces reventábamos de risa, no había más que hacer. Todo nos parecía ridículo, tan alejado de lo que nos habían hecho creer, de cómo serían nuestras vidas, cómo tendrían que haber sido.



Para calmarlo, recitaba lo que se me venía a la mente.

“diáfana luz cobriza, cubriendo tus ojos de santo… Era lava la que corría por nuestra sangre…Huirán de ellos en la muerte, pues tras ella no hay caballo ni lanza que alcance, a rozar si quiera sus perfumes."


Los rostros fueron cubiertos de oscuridad.


-Ves algo?


-No, nada.


- No veo nada, Julián. Qué vamos a hacer? No veo nada.



Ellos, los que sí veían, estudiaban sus conductas. Querían saber cómo nacían los pensamientos. Con qué alimentos? Cada uno de esos hijos eran recibidos con amor.

Niños desnudos corriendo por un campo. Así eran todos. Cada uno de ellos huyendo en la dirección opuesta de su origen.



Lo pregunta fue pronto cambiando a cuando, dejando de ser por qué. Sin embargo, algunas noches regresaban.



-No logro entender. Qué ocurrió? Veo mi vida una y otra vez, intento recordar cada mínimo detalle. Qué hicimos de diferente que el resto? Por qué?, Por qué? Por qué? Qué hicimos? Qué? Qué no hicimos? Qué nos falto?


Después de un tiempo, sus cuerpos se volvieron desmontables. Como un cubo de cartón, reducible a una cruz de 6 cuadrados. Con sus sistemas sensoriales marchitos, ni si quiera había energía para el cuando. Las horas se volvieron planas y sólo se dedicaron a estar. Lentamente se sumieron en una quietud profunda. Como una especie de muerte, un atisbo a la infinidad.