sábado, 26 de diciembre de 2009
Eau de perfum
Era una fragancia,
frágil y seductora
se movía ostensible
yo simplemente la miraba.
Poco a poco mi respiración se convertía en fuego y ella lo notaba.
Caminaba aún más despacio acariciándose el cuello. No era momento de palabras, estas ni si quiera cabían en mi mente. Sólo un gran deseo, algo que surgía de otros parajes de mi universo. Una galaxia hambrienta de unión, estrellas desaforadas en sus esfuerzos, palpitando a ver si alguien caía por la noche, hipnotizada por su belleza.
El tacto de un vestido de raso, sentir la suavidad con el dorso de dos dedos. Un toque inofensivo, accidental. Una de mis formas favoritas de aproximarme al cuerpo de una bella dama.
Le invito un trago, se niega. Me dice que eso no es precisamente lo que quiere beber esta noche. Mi corazón se aprieta por un segundo. Le doy fuego para encender su cigarrillo. No me quita los ojos de encima y eso me gusta. Salvaje, será así en la intimidad? De pronto se ve concentrada en algún pensamiento, entre el humo, comienzo a perderla de a poco. Pienso en que decir, no se me ocurre nada. En general es más fácil, una que otra pregunta tonta, qué haces? qué te gusta? y cae redondo el rebaño completo. El resto es arriarlo hacia el lugar correcto. Pero con ella, no. No puedo fingir ese tipo de interés, se daría cuenta de inmediato.
Vuelve a mirarme directamente a los ojos. Sé que es la última vez. Es mi última oportunidad para demostrarle que soy lo suficientemente hombre para poseerla. Para domarla tal vez.
-Lo eres? Acaso escuché? lo era, eso si lo sé. Pero los años pasan cambiando a los cuerpos. Había un aura que expelía mi piel, una seguridad que provenía de no sé donde. Todavía siento, mi piel todavía se eriza por completo al observar una buena mujer. Última quemada, y es como el último pitazo del tren. Todos a bordo? grita un hombre viejo mientras agita vigorosamente una campana. Dónde estoy? acaso en el infierno? ni si quiera pudiendo compartir un buen tiempo. Viejo. Tal vez esta es su manera de disfrutar. Tentando a hombres seniles, que alguna vez fueron, a los que algo les quedo. Porque el porte se nota, el macho siempre conserva el aire. Al menos, el aire. Se sonríe y apaga tiernamente el cigarrillo, acaso para no aumentar un poco más mi miseria.
-Qué tengas buenas noches. Y estoy al borde del llanto. Una bella mujer se me acerca y no puedo más que pensar en mis décadas. Me deja observar cómo se aleja. Y cuanto se lo agradezco. Una espalda desnuda y un suave aroma femenino. Al menos quedan los recuerdos, al menos...
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