lunes, 29 de diciembre de 2014




No me toques nada.
Me quedaré en este exacto lugar
dónde me dijeron en todos los idiomas que me quedara.
por si alguna vez tenía dudas
lo repitieron una y otra vez.
cual fototropismo
obstinado
me duelen los niños olvidados
perdidos en la rutina del sin sentido







mil palabras como cabellos, suelto en el viento. No acostumbraba dejar que el sol iluminara mi rostro, pero me tiré hacia atrás y lo deje acariciarme como cuando niña.
Mientras avanzábamos a toda velocidad, me fui pensando en ti. El otro día me acordé de un relato, lo habré escrito yo? o lo leí?. Una historia de amor truncada, sádica. La debo haber leído. Tengo tan patente las escenas. La imaginé como si fuera una película. Todo nevado, aislados en un lago.
La carretera se extendía solitaria, sensación de brisa helada, Domingo por la mañana.
Buscando el relato, me topé con una carta...  Lo mataba, la protagonista. El le iba a pedir la mano y ella se rió para sus adentros,     -patético. Es extraño que me alegre que me hayas querido en ese entonces? ni una sola alma, que acompañara nuestro peregrinaje. Ya no somos nada y aún así logras conmoverme. No logro recordar por qué lo odiaba tanto, digo, para llegar a matarlo. Quizás no era relevante.
Directo desde el pasado.
Nos bajamos y me miró convencido a los ojos: - Aquí, dejamos a nuestros muertos.