lunes, 16 de febrero de 2009

De la serie collages de palabras, anti-oda a la tecnología; infertilizante creativo

Ácido corrosivo
explosiones alternas
como los caprichos de paganini
revientan en mis oídos
el chirrido de las máquinas
el olvido colectivo
Como una imagen fantasmagórica
asechando a los pobres
a los que pierden sus miradas por las ventanas
azotándome con una nota alta
una mirada de desprecio
como los talentos perdidos, que se oxidan
que se hunden



Y el avanzar rápido, sin conciencia
sin el sudor de las letras
presionando teclas
Dejando los verdaderos sabores
la tierra entre las uñas
El valor de los libros
Y su peso, entre las piernas, entre las manos y las cejas
El abrir y cerrar de un mundo
El dedicarse a borrar un mundo.
Y las sabidurías perdidas
Y las tecnologías invadidas

Como un dolor agudo en la pena
no conocer la suerte de nuestras palabras
ni de su música
abortos masivos de ideas
haciendo picadillos
como carne molida
de piernas, sueños y genitales.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Senda personal

Avanzo por un aire viscosamente dulce

Formando ondas sinusoidales

Descubriendo América por primera vez




El tiempo y sus pasos

Apresurados,

torpes,

melodramáticos


La forma en que corta nuestras vidas


Y penetra profundo,

regando sus aromas


perdiéndose entre los poros y los contenidos




Haciéndonos sudar





Vivir con tus ojos en los míos
Como si fuéramos canales
Riachuelos donde nos gusta yacer




Salgo a caminar temprano
la bruma matinal todavía no nos ha abandonado
El mar se muestra calmo
Los colores azulinos invaden el lugar



No sé si el cielo guía mis pasos
Pero con que facilidad
me encuentro con los ojos cerrados
De la mano de algo que me guía en la luminosidad

martes, 3 de febrero de 2009

Paseo por la ciudad

Me detengo en mi pensamiento.


El cielo del más puro azul alberga lo que aparenta un día normal. Veo niños que juegan mientras presumo corren a sus casas, señoras con bolsas haciendo las compras, pero que fuerte es este ruido que siento, como un atropello de buses, el aspero roce de laspiedras en mi rostro.
Una vez que el dolor se encuentra de manera constante circulando por mi sangre, me hago más y más tolerante a la sensación.
Deja de ser un río de agujas, con una sensación fría de metal que alerta el momento previo de la ingresión, para pasar a ser una calma extraña de recuerdos olvidados y perennes.
Ahora hay un perro que se engulle un hueso de chuleta. Está echado en la sombra, su pelaje es de color crema, tiene el aspecto de un perro que solía ser distinguido, partes imponentes pero un pelaje sucio y una mirada desesperada que delata sus días de hambre. Hay un ingrediente extraño que se le agrega a la mirada cuando hay hambre.


Vuelven a jalar, mi cuerpo que pensé iba a desaparecer comienza a dar señales de vida. Siento un ardor indescriptible en la zona de las muñecas y mi cara, el único lugar, exceptuando mis manos, que está expuesta, la siento llena de pequeños rasguños y tierra. De esa tierra blanca con la que solía jugar de niña, haciendo dibujos en el suelo y de pronto me encuentro avanzando en el pensamiento, como si hubiese dejado de existir en el presente y me escondiera en mis recuerdos.


Nos volvemos a detener. Esta vez no tengo interés en mirar, ese no s el objetivo al menos, que aprenda a mirar la ciudad desde diferentes perspectivas. No se cuantas vueltas más tendremos que dar. Me iré a morir? No logro recordar cual era el final. Las veces que las vi siendo arrastradas, ni si quiera fui capaz de detenme a mirarlas.


Me sueltan las manos. Permanezco con los ojos cerrados postrada en el suelo de costado, me percato del sutil temblor de mis manos. El día sigue igual como comenzó, el sol todavía no abandona el cielo prístino azul y todavía oigo risas de niños a mi alrededor.

Nadie viene a mi rescate.