martes, 3 de febrero de 2009

Paseo por la ciudad

Me detengo en mi pensamiento.


El cielo del más puro azul alberga lo que aparenta un día normal. Veo niños que juegan mientras presumo corren a sus casas, señoras con bolsas haciendo las compras, pero que fuerte es este ruido que siento, como un atropello de buses, el aspero roce de laspiedras en mi rostro.
Una vez que el dolor se encuentra de manera constante circulando por mi sangre, me hago más y más tolerante a la sensación.
Deja de ser un río de agujas, con una sensación fría de metal que alerta el momento previo de la ingresión, para pasar a ser una calma extraña de recuerdos olvidados y perennes.
Ahora hay un perro que se engulle un hueso de chuleta. Está echado en la sombra, su pelaje es de color crema, tiene el aspecto de un perro que solía ser distinguido, partes imponentes pero un pelaje sucio y una mirada desesperada que delata sus días de hambre. Hay un ingrediente extraño que se le agrega a la mirada cuando hay hambre.


Vuelven a jalar, mi cuerpo que pensé iba a desaparecer comienza a dar señales de vida. Siento un ardor indescriptible en la zona de las muñecas y mi cara, el único lugar, exceptuando mis manos, que está expuesta, la siento llena de pequeños rasguños y tierra. De esa tierra blanca con la que solía jugar de niña, haciendo dibujos en el suelo y de pronto me encuentro avanzando en el pensamiento, como si hubiese dejado de existir en el presente y me escondiera en mis recuerdos.


Nos volvemos a detener. Esta vez no tengo interés en mirar, ese no s el objetivo al menos, que aprenda a mirar la ciudad desde diferentes perspectivas. No se cuantas vueltas más tendremos que dar. Me iré a morir? No logro recordar cual era el final. Las veces que las vi siendo arrastradas, ni si quiera fui capaz de detenme a mirarlas.


Me sueltan las manos. Permanezco con los ojos cerrados postrada en el suelo de costado, me percato del sutil temblor de mis manos. El día sigue igual como comenzó, el sol todavía no abandona el cielo prístino azul y todavía oigo risas de niños a mi alrededor.

Nadie viene a mi rescate.

No hay comentarios: