jueves, 26 de junio de 2008

Oda al Hierro Dulce

Me gustaría llegar a tu centro
viajar a tu lado descubriendo tus verdades
Sentir el latir de los latidos
y beber de la sangre azul
Ocultarme de los residuos
Quemarme los ojos de la luz

Chocan suavemente las partes expuestas
el sonido se expande en un eco agudo
con mis dientes mordería, una y otra vez
el núcleo macizo de sólida existencia

En un espacio vacio, rodeado de silencio
te prejuzgan frialdad
uniendo lo separado, generando el flujo
de amabilidad
Cables conectados
sin ser consientes de su pasar
vierte en mi tu dulzura
hazme conocedora de la electricidad

Todo se fracciona

Mi cuerpo se disuelve
Disgrego mis pensamientos
cae lo macro mas los sistemas prevalecen,
se distancias las paredes
se desmiembran las relaciones
aumenta la incomunicación externa
el tono esta ocupado
el pulso pierde su direccion
Surgen ansiedades
los nuevos guias espirituales


Hierro dulce de metal
intégrame a la realidad



jueves, 19 de junio de 2008

Tengo ganas de rodar...


"Tengo ganas de rodar por el cielo girando en espiral,
que el sol este caliente y el cielo con el mas infinito azul
Quiero elevarme y recibir el roció de las nubes en mi rostro
hallarme en un espacio de cristal reflectando colores
penetrar el prisma
disuadir a los rebeldes de mi

gobernarlo todo con la boca

ser suave para todos
y amarga para dios"

Era el mensaje mas largo que había leído en una pared. Su aspecto era un poco descuidado, de rojo profundo que le evocaba una sensación de hierro. No parecía nuevo pero nunca lo había visto a pesar de transitar regularmente por esa calle. Venia de sus clases pasando por el callejón para llegar al metro. Estaba lloviznando pero no hacia frió. Había una especie de luz gris que iluminaba todo otorgando un brillo de claridad. Pensó, que agradable seria si hiciese calor, y pudiese usar sus polleras cortas y sus camisas vaporosas. Se imagino tendida en un yate flotando al vaivén de las olas tostándose la piel. Cerca de la bahía rodeada de montañas abruptas de ásperas rocas.
No había firma pero estaba segura de que era una mujer. Las palabras tenían un sabor dulce, de una intensa femineidad, pero de una fémina fuerte cuyo carácter nadie se atrevería a tentar.
Una mujer completa, en quien no existe la cabida para la humildad. Sintió ganas de ser reconocida, de ser mujer. Que rasgaran sus muslos, que ensillaran su cintura. Sin si quiera conocerla se sintió esclava de su voz, seguramente profunda con aroma a flores. Nunca había besado a una mujer. La homosexualidad le parecía muy valida y estaba abierta a nuevas experiencias pero nunca había sentido las ganas de estar con una persona de su mismo sexo.

Miro hacia el cielo y se detuvo a escuchar sus rugidos. Prendió un cigarrillo y se alejo por las calles mojadas.

jueves, 12 de junio de 2008

La noche estaba fría...


La noche estaba fría. El piso estaba mojado, en el cielo ya no quedaban signos de lluvia. EL humo se encontraba en un estado extraño y se desprendía de las bocas como una sustancia aérea densa. Era como si rehusara a dejar a sus victimas, extasiadas por el veneno.
Caminaba apurada como siempre lo hacia. El barrio tantas veces concurrido lo conocía de memoria. Lo visualizaba todo como un gran hotel, o una residencia mejor dicho. Conocía el polvo de los rincones de algunos cuartos, como conocía el olor de las sabanas de algunos habitantes.
Sabia que pasillos evitar, y a que hora se servia la comida caliente.
Nadie la había llamado esa noche, nadie había vuelto a pensar en ella. Sin embargo, y para la sorpresa de algunos, su inusual forma de tocar la puerta no paso desapercibido y todos salieron a recibirla al umbral. Un hombre alto, de piel seca, se abrió paso y le dijo con voz ronca:
-Tú sabes que aquí no se reciben mendigos.
Cuantas veces esa misma voz, había atravesado su piel de papel haciendo sus ojos ver la luz.
Ahora, áspera, la hizo despertar de su rutinaria conducta. No había sido hasta ese momento en que se dio cuenta de donde estaba. Nunca se propuso ese destino, cuando salio a deambular sin dirección.
Su cara lo decía todo. Tenia una expresión de pánico, que algunos interpretaban como vergüenza, miedo a no ser aceptada nuevamente. El sabía la verdad de su mirada. Su flecha, penetrante, no era más que una oportunidad, la oportunidad de ser libre. Su voz era fuerte, pero en su interior rogaba a dios, como nunca lo había hecho-que apele a este momento de extrema cordura y claridad que le ha otorgado mi flecha, que muera, pero desangrada de amor, no de placer.

Luego de una fracción de segundo, cuando su alma se volvió a incorporar, dejo el umbral sumida en el mismo silencio con el que llego. Quiso llorar, pero no pudo. No lloraba hace años y solo quiso hacerlo por una pequeña reminiscencia del pasado, un recuerdo que le cantaba lo glorioso que la hacia sentir, dejarse llevar por los brazos de dios. No sabía por que, pero cuando Raúl la miro a los ojos, escucho sus plegarias. Ya casi no sentía emociones, pero dentro de su sequedad logro encontrar un poco de gratitud hacia el, y decidió partir para devolverle la mano. La noche ya se acababa para ella, pero no pudo evitar sonreír un poco al final. Ella ya estaba muerta, no habían lagrimas que rodaran por su cuerpo, ni menos sangre que fluyera por sus venas, pero tal vez, Raúl encontraría su alma de nuevo y la saldría a buscar, como el hombre que solía ser, un hombre libre. Poco a poco dejo que el frió se apoderada de lo que quedaba de su carne. Cerró los ojos y se dispuso a esperar.

martes, 10 de junio de 2008

Esperanza


Ese paradero siempre fue infernal. Justo en la esquina para doblar había un semáforo eterno que en la hora de alta concurrencia hacia los pasajeros poner a prueba su paciencia.
La micro varada por perpetuos minutos, la hacían siempre observar los negocios de enfrente. Había una lavandería, donde los trajes bailaban un pequeño vals liviano, un restaurante fusión de comida alemana y china con paredes extremadamente fucsia como con comida de carácter extremadamente china. Por el lado izquierdo había un paso bajo nivel, y siempre le fue un desagrado observar para abajo, cuando sin querer tomaba algún asiento de la corrida de ese lado. Los autos cada vez mas lejos y abajo le inspiraban desconfianza.

Los pasajeros histéricos, valorando sus minutos expandían olas de ansiedad, por lo cual, para el momento en que ella ya habia observado todo eso, el conductor siempre terminaba cediendo, abriendo las puertas de salida. Muchos pasajeros se decían, un semáforo mas y me bajo. Algunos se rendían; otros permanecían, esperanzados de que la micro partiera y les dejara el semáforo en rojo a los apresurados. Generalmente ella bajaba tambien, para alcanzar a tomar su trasbordo, pero ese día, de nubosidad parcial y situada en la corrida del oeste, decidió mirar un poco más, detenerse un momento. Que más da se dijo, y espero calmada a la llegada al paradero terminal. Cuando la micro comenzó a dársela vuelta, quedo atrapada por un segundo semáforo obstruyendo la calle contigua, desencadenando una tormenta de bocinas.

Todo le pareció un poco exagerado, caótico demás. La micro, hace unos cuantos minutos repleta solo llevaba a tres pasajeros. Uno, muy concentrado en un sudoku, parecía no percatarse de nada, menos de que en el casillero de la segunda fila la cifra era un tres y no un seis.

Miro las luces con su cabeza apoyada en sus brazos cruzados, posados contra el asiento anterior . Observo la iglesia, y a las personas caminar. Luego sin quererlo se quedo absorta en su reflejo. Sintió que no se veía la cara en siglos. Una sonrisa la sorprendió en su boca y una lágrima le rodó por la emoción.

-Bienvenida al mundo, Esperanza.

Acababa de tomarme, el peso en su vientre.

domingo, 8 de junio de 2008

Perdida de la memoria o disminucion peligrosa de la auto-confianza


Existia algo en el rabillo de sus ojos, que lo hizo dudar y volver a preguntar. Los dedos en el borde de la puerta, con la cabeza baja, dispuesto a pasar desapercibido. El tiempo corria rapido y necesitaba reternerlo un segundo mas. Algo no calzaba, no segun la logica sino segun la emocion. La intuicion le gritaba retenlo, el es. Ese momento le recordo fugazmente un paseo al campo, cerca de la casa de sus abuelos. El llano se extendida amarillo y con el sol en su espalda observo a los caballos pastando.
-¿Como dijiste que te llamabas?
-Humberto, como el gran cientifico. No lo recuerda? Aquel dia, en el que nos conocimos intercambiamos opiniones con respecto a sus libros, ud dijo que mi vision sobre los textos era muy interesante.

Los caballos de aquel dia, se veian espectauclares. Su pelaje brillaba intensamente y en ellos vio la fuerza ilimitada, el concepto en si. Tal era su mirada que uno de ellos se irguio y se detuvo por un momento.
SALVAME DE LOS CABALLEROS, grito con su voz, con su cuerpo y las lagrimas cayeron de sus ojos. Los caballos extrañados huyeron en un trote ligero aumentado la soledad y sensacion de vacio del hombre.

-Calro, claro. En estos dias no se donde tengo puesta mi cabeza. Ya puedes retirarte.
El hombre esbozo una sonrisa, y calmo pero determinado se introdujo a la selva exterior.
Tal vez, habia dejado libre al asesino mas despiadado de la historia, pero ya era tarde, seguramente estaba abordando un crucero o algo asi, bajo una identidad falsa, rodeado de ancianos con guayaberas alegres.

Desde aquel dia en el campo, perdio los estribos, expuso su ser temeroso ante lo que el sintio casi divino y una parte del dejo su cuerpo como un alma que abandona a un muerto.
Despues de ese dia, nunca supo recuperar la determinacion necesaria para seguir su intuición.

sábado, 7 de junio de 2008

Viaje

Caian rayos por todas partes, los trozos se desprendían y hacían del lugar un caos. Estaba oscuro, pero las pequeñas luces de colores permitían avanzar con cautela.
Caminaba muy atento, al cambio de posicion de los objetos, a la colision con los OVNIs. Para su sorpresa y probablemente para la de muchos no sentia temor, si no una extraña certeza de que todo iba a estar bien. Llegaría a su objetivo y pronto estaria descansado.
No sabia cuanto rato llevaba en ese espacio, pero de pronto sintio que habian pasado muchas horas cuando una especie de llovizna cubrio suavemente su rostro. De donde provenia ese roció? Miro hacia el techo, pero no logro ver nada. Una sensacion de vacio lo invadió al darse cuenta que no podia ver mas allá de sus propios pies y no poder calcular las dimensiones.
Los calculos le dejaban una tranquilidad mental muy adictiva, con los números sentia certeza, no habian trucos ni mentiras. Las interpretaciones de estos podian no reflejar la verdad, pero la cifra en si, eran absolutas para el.
El panico comenzaba a apoderarse de el. su respiracion se volvio cada vez mas agitada. No podia permitirse tal equivocación, podia afectar en el cumplimiento de su meta, por lo que cerro sus ojos y cayo en un estado de meditación. Veía a su alrededor numeros gigantes, el piso era blanco pero en el cielo habia un ocaso dramático. Sentia el amor fluyendo entre las aberturas del 4, 6, 9 y especialmente del 8 y el 0. Tal vez hasta incluso esbozo un paso de baile, se sentia tan placentero que por un momento olvido su mision y quiso permanecer en las alturas infinitamente.
La llovizna un poco mas intensa lo saco de su nirvana y con la mente calida, comenzó a avanzar nuevamente.
Se sentia tan seguro que perdio la necesidad de utilizar sus ojos.

Asi, inmerso en la obscuridad comenzó un nuevo viaje, por su interior, por la obscuridad, claridad absoluta, donde no habia cabida para nada y espacio para todo a la vez.

viernes, 6 de junio de 2008

Ejercicio de velocidad o un pseudo encuentro con dios

La lluvia caia incesante. Se habia propuesto escribir sin deternse al son de la sincronizada caida de las gotas, de las pizadas del hombre moderno. sus pensamiento resagados, no sabian que hacer con el desconconcierto de la rapides de las manos. es un ejercicio util penso simplemente comenzar a tipear, Es until para soltar el alma de los pensamientos . Luego comenzo a proponerse ni si quiera borrar, dejar simplemente cualquier equivocacion expuesta. simplemente no detenerse. la lluvia seguia cayendo y parecia que iba a comerselos vivos a todos. Como una garra de lobo las olas se acercaban saladas por la contaminacion. A veces asustados y ya sin esperanzas de conservarse secos, los hombres asomaban sus cabezas con pena, para recibir el ultimo rayo de sol, el gran dios de la sequedad.
Hacía trampa, el tenia ventaja sobre los otros habitantes, el tenia el control del mecanografo, angustiado por no poder mantener el ritmo de la escritura libre. Lo podia manejar a su direccion , lo sabia vulnerable y el mecanografo confundido no se daba cuenta de como lo llebavan por la mano.
El hombre avanzaba cada vez mas rapido, manteniendo el ritmo como un veloz hamster fanatico de la ruedita, giraba y giraba y giraba en busca de las semillitas. Mientras lo hacia regulaba su respiracion y procuraba mantener el ritmo cardiaco estable. Cada segundo mas de precision le proporcionaba estallidos en el corazon que le significaban Mas semillitas en su interrior.
Asi, al igual que el roedor el hombre giraba veloz las letraas las cambiaba las volteaba y acada vez mas aumentaba su calor interior logrando mantenerse Inmerso en una inquietante sino perturbadora paz.

Finalmente, cuando los vellos estaban cubiertos de aire, y las cabezas sumergidas en el agua, solo permanecia el eco silencioso de una antigua cancion. La calidad humedad que rodea una foto color sepia, llevado por el viento, perdida en los tiempos de desamor. La luz que lograba penetrar el lugar era tenua, pero en ciertos lugares dejaba vislumbrar el plan maestro de dios. El carnicero de la naturaleza, al fin y el comienzo, el asesino y el antonimo de asesino.

Asi murio, dulce o tal vez tiernamente, el escritor, pensando poder cambiar el destino de su vida, miestras era el destino que lo iba cambiando a el.